LA PROGRAMACIÓN DE UNIDADES POR COMPETENCIAS

LA PROGRAMACIÓN DE UNIDADES DIDÁCTICAS POR COMPETENCIAS*

 Alba Ambrós

 El artículo justifica la necesidad de la programación tanto en contextos sociales como educativos y se centra en la descrip­ción ejemplificada de cada uno de los componentes que articu­lan la programación de unidades didácticas por competencias una vez definidas las características fundamentales que debe contener cualquier unidad de programación.

 
¿QUÉ APORTA DE NUEVO LA PROGRAMACIÓN POR COMPETENCIAS?

La especie humana ha ido avanzando a lo largo de los tiempos gracias a su capacidad para poder planificar y ejecutar desde las acciones más vitales de supervivencia, como por ejemplo guardar alimento después de la caza, hasta las acciones más de tipo profesional y social, como sería el caso del trabajo en cadena y la organi­zación social en varios grupos y colectivos es­pecializados. La consiguiente evaluación y enmienda de las acciones emprendidas es, y ha sido el motor de cambio de la sociedad (enten­dida en mayúsculas). Asimismo, la planificación, la aplicación y la evaluación también están pre­sentes en el mundo educativo. Las diferentes leyes educativas que se han ido sucediendo en estos últimos años son un claro ejemplo de las iniciativas tomadas ante la insatisfacción de los resultados obtenidos. Lo ilustran de forma clara la implantación reciente de la LOE en la educa­ción obligatoria y el proceso de Bolonia en el ámbito universitario.

El denominador común de ambos proce­sos de renovación y cambio en la educación responde a una enseñanza basada en compe­tencias. Las programaciones y los planes educativos parten del principio de que hay que dotar a los estudiantes de saberes, capacidades y actitudes que respondan al perfil de ciuda­dano que exige la sociedad presente. En este sentido, todos estaremos de acuerdo en que la ciudadanía del nuevo siglo debe saber interactuar con la información, seleccionarla correctamente, trabajar y dialogar en equipo, compro­meterse con la sostenibilidad del planeta y el mundo que le rodea, además de las matemáticas, el conoci­miento del medio, la lengua y un largo etcé­tera que, por cuestiones de espacio y temática, se posponen para otro debate.

Cualquier acto de planificación consiste en escoger la mejor opción para realizar una acción necesaria teniendo en cuenta el entorno, los recursos, el propio agente y el destinatario. En definitiva, planificamos para satisfacer necesidades de la forma más rápida y eficaz. Trazar y escoger el mejor plan depende de quién tome la elección en función del control de las variables que tenga a su alrededor y de sus propias capacidades. Estos principios generales también son aplicables a la educación. Pero llegados a este punto debemos preguntarnos: ¿qué aporta de nuevo la programación por competencias? Por ese motivo, a continuación realizaremos un zoom sobre los componentes clave que, a nuestro parecer y a modo de propuesta, articulan la programación de unidades didácticas por competencias.

«Las programaciones didácticas son un medio de comunicación entre los profesionales de la educación. Luego deben ser operativas, reales y contrastables» (Ambrós, Ramos y Ro­vira, 2009). Además, tienen que adaptarse al destinatario (Jefe de departamento, colega de ciclo y curso, inspector, oposiciones, etc.) para evitar trabajo innecesario o inoperativo y res­ponder a las preguntas clásicas de: ¿para qué enseñamos?, ¿qué tenemos que enseñar?; ¿cuándo y cómo enseñamos? y ¿para qué, cuándo y cómo evaluamos?

Antes de proceder a comentar cada uno de los componentes de la programación didác­tica, nos gustaría resaltar algunas de las premi­sas indispensables que debemos considerar, puesto que cada una de las unidades didácticas debe contribuir a la enseñanza y aprendizaje de las competencias a la par que de los conteni­dos. Lo primero que debemos elegir son las competencias y subcompetencias básicas más afines al área curricular en cuestión para incluirlas den­tro de la programación. Sobre este punto, el currículo ofrece orientaciones y recomendaciones. Sin em­bargo, a la hora de programar la unidad didác­tica por competencias es importante que el alumnado perciba la funcionalidad y utilidad de la unidad de programación. Proponer tareas que cobren sentido dentro y fuera del aula por su utilidad e interés, cuando sea posible, es una de las aportaciones más importantes del enfoque competencial. Para contribuir a ello, a continuación resumimos cinco características fundamentales de las unidades didácticas por competencias1 Nos referimos a unidad, activi­dad significativa, relación y graduación, exten­sión y contextualización.


A la hora de programar la unidad didáctica por competen­cias es importante que el alum­nado perciba la funcionalidad y utilidad de la unidad de progra­mación


CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES DE LAS UNIDADES DIDÁCTICAS
 
Cuando hablamos de unidad didáctica damos por sobreentendido que responde a un hilo conductor que teje toda la unidad de pro­gramación. Es recomendable que el hilo conductor se vertebre alrededor de una actividad significativa práctica y funcional que justifi­que y responda a la realización de una serie de tareas previas. Por ejemplo, si proponemos al alumnado de ciclo medio de primaria realizar un cómic sobre la semana de la solidaridad que se está trabajando en la escuela, antes tendre­mos que saber la morfología y la sintaxis del cómic, que se concretarán con actividades pre­vias a la realización de la actividad significa­tiva. Dichas actividades deben poseer también cierta relación entre ellas, así como deben es­tar graduadas de lo más fácil e inductivo hasta lo más difícil y abstracto. La cuarta caracterís­tica es la extensión de la unidad de programa­ción. Partiendo del principio de que un aprendizaje significativo requiere tiempo y consolidación, debemos incluir estas dos pre­misas en la programación y no cambiar conti­nuamente de contenidos. El último requisito indispensable, y no por ello el menos impor­tante, para que una programación sea efectiva es la adaptación al contexto del grupo-clase al que nos dirigimos, con nombres y apellidos concretos y sinergias grupales particulares.

COMPONENTES QUE ARTICULAN LA PROGRAMACIÓN POR COMPETENCIAS

La programación de aula es el momento en que las competencias y subcompetencias se ma­terializan en acciones concretas que, a su vez, responden a los objetivos y contenidos de cada área y etapa educativa. Tal y como subraya Escamilla, el trabajo en equipo es fundamental:

 Su traducción [de las competencias] a los contextos educativos dependerá de la madu­rez de nuestro conocimiento sobre su signifi­cado, y de nuestro esfuerzo porque su comprensión equilibrada se traduzca en acuerdos de los equipos de profesores para su desarrollo e integración en el currículo. (Es­camilla, 2008, p. 37)

Los componentes que, a nuestro parecer, debe incluir cualquier programación didáctica de aula de una asignatura x dirigida a un alum­nado y se sustentan en el conocimiento psico­lógico y pedagógico de cómo aprendemos. Sin embargo, a medida que tratemos cada uno de ellos nos detendremos en su función para res­ponder a una programación por competencias. Los componentes son los siguientes:

·      La introducción y justificación del contexto (marco legislativo, centro educativo y aula). ­

·      Los objetivos didácticos redactados en clave competencial.

·      Las competencias básicas.

·      Los contenidos de aprendizaje.

·      La secuencia de actividades (actividades, tiempo, espacio, organización social del aula, recursos, etc.).

·      Las orientaciones para la evaluación.

·      Las orientaciones metodológicas.

·      Los criterios para la atención de necesidades educativas especiales.


De forma esquemática, proponemos visualizar todos los elementos en el cuadro 1, que hemos ejemplificado en algunos casos con una adapta­ción de una propuesta didáctica publicada por Ambrós y Ramos (2007), titulada «Veamos poe­sía: leamos imágenes en secundaria» para 3.° de la ESO. Somos conscientes de que la simplificación de la propuesta que mostra­mos puede dificultar su com­prensión y suscitar dudas al lector; por ese motivo insistimos en que debe ser valorada en su totalidad, que por cuestiones de espacio no podemos desarrollar de forma completa.

 

El modelo de programación por competencias que presen­tamos apuesta por la redacción de los objetivos didácticos en clave competencial, que a su vez son una concreción de los contenidos de las asignaturas bajo el horizonte de los criterios de evaluación

El orden lineal en el que presentamos los datos en la pa­rrilla no se corresponde con el proceso real de concreción y toma de decisiones; a pesar de ello, facilita la comprensión al destinatario.

Según el destinatario de nuestra progra­mación, una descripción demasiado extensa sobre el contexto curricular y del centro en par­ticular puede ser innecesaria. En cambio, en otras ocasiones puede favorecer su comprensión. En ambos casos, una breve reseña sobre el con­texto académico y del alumnado es necesaria para contextualizar la programación, así como la asignatura, el nivel y el trimestre, etc. La adapta­ción del currículo y de la metodología a centros y alumnados en concreto forma parte de las aportaciones del nuevo currículo competencial. Sobre este punto, valoramos positivamente el principio de autonomía pedagógica que la LOE otorga a los centros para poder contextualizar mejor la práctica educativa, hecho indispensable para desarrollar las competencias en cada centro educativo. Citamos textualmente:

Los centros docentes juegan un papel activo en la determinación del currículo, puesto que, de acuerdo con lo establecido en el artículo 6.4 de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, les co­rresponde desarrollar y completar, en su caso, el currículo establecido por las administracio­nes educativas. Esto responde al principio de autonomía pedagógica, de organización y de gestión que dicha ley atribuye a los centros educativos, con el fin de que el currículo sea un instrumento válido para dar respuesta a las características y a la realidad educativa de cada centro. (MEC, 2006, p. 678)

 Como ya se comentó en el artículo de Man­zano del monográfico (pp. 8-13), la Ley Orgá­nica de Educación (LOE) prescribe el desarrollo y la adquisición de ocho competencias básicas2 a lo largo de toda la educación obligatoria en la mayoría de las comunidades autónomas del Estado español. Dichas competencias se han convertido en el eje principal sobre el cual gi­ran el resto de ámbitos y asignaturas. En conse­cuencia, deben ser incluidas en diferentes niveles de la programación y en el ámbito co­mún para asegurar su educación (véase el artí­culo de Zabala en este monográfico, pp. 20-25).

El modelo de programación por compe­tencias que presentamos apuesta por la redacción de los objetivos didácticos en clave competencial, que a su vez son una concreción de los contenidos de las asignaturas bajo el ho­rizonte de los criterios de evaluación. De este modo, el verbo de acción que introduce cada objetivo pone las bases para añadir los tres ti­pos de saberes que definen cualquier acción competencial: el saber hacer, el saber y el sa­ber estar y ser. Para facilitar la redacción de los objetivos puede ser de ayuda el hecho de com­pletar la siguiente frase: «Al final de la unidad didáctica, el alumnado tiene que ser compe­tente para...» que ha de continuar con un verbo que describa una acción sobre un objeto (concepto o actitud) mediante un (concepto o procedimiento) con la finalidad de (actitud). El verbo inicial de acción (que aparece al princi­pio de la frase) se corresponderá, prioritaria­mente, con el componente procedimental o actitudinal de la competencia. Cuando se vea que algunos procedimientos y actitudes son obvios no es necesario repetirlos. Como ejem­plos véanse los tres objetivos del cuadro 1.

 Una vez que tenemos los objetivos redac­tados en clave competencial es fácil relacionarlos con las competencias básicas más afines según la asignatura, siguiendo el currículo. De este modo, las competencias y subcompeten­cias quedan integradas en la programación y podemos emplearla como un mecanismo de control para ver si al final de curso las hemos trabajado todas.

 A continuación, es el momento de pre­sentar los contenidos curriculares de área a partir de los cuales se han diseñado los objeti­vos didácticos (cuadro 1). ¿Cómo quedan afectados los contenidos según una programación por competencias? Es sabido por todos que los contenidos son una explicitación de los objeti­vos de la unidad de programación que, a la vez, están formados por los tres saberes que defi­nen cualquier competencia: el saber hacer, el saber y el saber estar. Dichos saberes se corres­ponden perfectamente con conceptos, proce­dimientos, actitudes, valores y normas que debemos indicar en la redacción de los conte­nidos en forma sustantivada (véanse los ejem­plos en el cuadro 1). De esta forma, tenemos los tres tipos de saberes desgranados en los con­tenidos y es más fácil saber el grado de compe­tencia que el alumnado ha conseguido respecto a cada uno de ellos. Redactar los con­tenidos de esta forma facilita el desarrollo y la adquisición de las competencias, ya que los contenidos responden a los tres componentes que definen cualquier competencia.


Cuadro 1. Parrilla de programación de unidades didácticas por competencias.

Título de la unidad de programación
Etapa
2º. Ciclo de la ESO
Veamos poesía: leamos imágenes en secundaria
Nivel
Tercero
Trimestre
Primero
Área principal y área relacionadas
Sesiones
 
Lengua y literatura.
12-15 horas
OBJETIVOS DIDÁCTICOS
COMPETENCIAS BÁSICAS
1. Describir los elementos básicos de una poesía a través del análisis de modelos y de la activación de los conocimientos previos de la métrica, la rima, etc.
·  Competencia lingüística.
·  Competencia de aprender a aprender.
2. Leer en vos alta y registrar un poema breve sobre el amor/la guerra utilizando una correcta dicción, entonación y ritmo, atendiendo al aspecto lírico del género.
·  Competencia lingüística.
·  Tratamiento de la información y competencia digital.
3. Usar los recursos TIC para buscar  imágenes y realizar animaciones audiovisuales mediante la aplicación de diferentes buscadores y del programa Windows Media Maker o el PowerPoint con rigor.
·  Tratamiento de la información y competencia digital.
·  Competencia cultural y artística.
·  Competencia de aprender a aprender.
n…
 
CONTENIDOS
Conceptos
Procedimientos
Actitudes, valores y normas
·  La métrica: recuento silábico.
·  Estructuras clásicas (como el soneto) y libres de los textos poéticos.
·  La rima consonante y asonante.
·  La entonación y la dicción.
·  Las pausas y el ritmo.
·  Lectura en voz alta de textos poéticos atendiendo a la dicción, entonación y ritmo.
·  Reconocimiento e imitación de estructuras clásicas y libres de poemas.
·  Diseño o captura de imágenes para traducir visual­mente las ideas principales de un texto poético.
·  Uso de diferentes buscadores y programas infor­máticos para montar la traducción visual.
·  Búsqueda de información e imágenes en Internet.
·  Sensibilización ante el gé­nero lírico.
·  Colaboración en las tareas del trabajo grupal.
ACTIVIDADES DE LA SECUENCIA
Fase y n.º
Actividad (clasificadas según los tres momentos de la secuencia formativa, fase inicial (I), fase desarrollo (D) y síntesis (S)
Organización del aula
Recursos materiales
Tiempo
Indicadores de evaluación
I/1
Define qué es la poesía con tus palabras y busca una para llevarla a clase.
Diálogo en parejas y puesta en común con todo el grupo.
Ficha de introducción repartida por el profesor.
Media  hora.
Participación oral en la puesta en común.
I/n
 
 
 
 
 
D/2
Haced una lista de todas las palabras de las que no tengáis un significado claro. Poned dos o tres palabras de la misma familia y con la información anterior y el contexto en que aparecen procurad definirlas. Si es necesario, utilizad el diccionario.
Individual, en parejas y puesta en común.
 
Ficha de trabajo repartida por el profesor.
 
Media hora.
Aplicación de la  estrategia de lec­tura basada en la
morfología.
D/3
Ahora haremos la traducción visual del poema. Se trata de encontrar aquellas imágenes que ilustren mejor cada verso o conjunto de versos del poema. Pensad que las podéis dibujar, fotografiar, buscar en Internet, escanear, pero, antes de buscarlas, hay que saber qué deben representar, y eso dependerá del sentido del poema. Lo que os proponemos hacer es un guión ilustrado (story board).
En parejas Individual.
Ficha de trabajo repartida por el profesor. Aula de informática.
 
­Dos horas.
Relación entre las imágenes escogidas y los versos seleccionados del poema.
 
D/n
 
 
 
 
 
S/4
Escribid un poema sobre el tema x que contenga rima consonante y tenga ocho versos de ocho sílabas repartidos en dos estrofas.
 
Ficha de trabajo repartida por el profesor.
Una hora.
 
Reproducción de las características métricas exigidas.
 
S/n
 
 
 
 
 

 

Una vez que tenemos los objetivos y los contenidos, procedemos a uno de los apartados más dinámicos, variados e innovadores: la se­cuenciación de las actividades, es decir, el diseño de las actividades de enseñanza que tiene que realizar el docente y las actividades de aprendi­zaje para el alumnado según un orden y una progresión en función del contexto y de la pro­gramación. Y otra vez debemos preguntarnos: ¿cómo tienen que ser las tareas y actividades de una programación por competencias? Como ya apuntamos anteriormente, como principio gene­ral tenemos que diseñar actividades cognitivas y metacognitivas del proceso a partir de una fun­cionalidad clara de lo que se está aprendiendo. Este principio sitúa al alumnado como el prota­gonista de todas las acciones didácticas y es clave para que el aprendizaje sea significativo.

 A las cinco características expuestas en la introducción respecto a cómo tienen que ser las actividades, añadimos que deben responder a la tipología variada de alumnado; por ello se deben incluir actividades de ampliación, de re­fuerzo, de evaluación, etc. Las actividades muestra del cuadro 1 se han organizado según las tres fases de la secuencia formativa: la fase inicial de evaluación de los conocimientos pre­vios, la fase de desarrollo de los contenidos y la fase de síntesis.3 El motivo por el cual aconse­jamos secuenciar las actividades en distintas fases es para facilitar el aprendizaje del cómo aprendemos. Previamente al saber hacer debe­mos aprender el cómo hacerlo y, en este sen­tido, sabemos que necesitamos actividades de copiar modelos, ejercitarlos, elaborarlos, etc., que, finalmente, nos conducirán al saber hacer.

La evaluación forma parte de cualquier acción didáctica para obtener información sobre los diferentes momentos del desarrollo de la secuencia formativa y poder valorar en qué grado se han cumplido los objetivos diseñados previamente. ¿Se pueden evaluar las compe­tencias? ¿Cómo hay que hacerlo? A pesar de las controversias que ha suscitado esta cuestión, las competencias se pueden evaluar a partir de la concreción de indicadores de evaluación en las actividades. La LOE, al final de cada área, presenta los criterios de evaluación que, como ya comentamos, son el marco para programar los objetivos, los contenidos y diseñar estrate­gias y actividades de aula. Asimismo es necesa­rio redactar los indicadores para poder evaluar el grado de adquisición de las competencias. En el cuadro 1 hemos añadido dicho apartado, que indica los ejercicios o las actividades diseña­das para obtener información sobre el proceso de aprendizaje del alumnado en las diferentes fases. Es importante, además, incluir pautas para la evaluación del proceso del profesorado en relación con la unidad de programación.

 El apartado siguiente que debemos con­templar en nuestra unidad de programación por competencias es el que, a menudo, comen­tamos más con nuestros compañeros de curso y área cuando alguno de ellos anuncia: «la clase de hoy ha funcionado muy bien»; acto seguido le preguntamos: «¿cómo lo has hecho, cómo lo has organizado?». La metodología y sus varia­bles es otro de los componentes clave para lle­var a cabo una unidad de programación por competencias. Partir de situaciones problema, enfoques globalizadores y el trabajo por pro­yectos facilita, por naturaleza, el desarrollo de las competencias. Sin embargo, la elección de la metodología depende del contexto de aplica­ción que está totalmente ligado a dos variables: el centro y el grupo-clase. A partir de ahí, en­tran en juego otras variables (Zabala, 1995; Zabala y Arnau, 2007), como por ejemplo el tiempo, el espacio, la organización social del aula, los recursos y medios empleados, el tipo de actividades... En el cuadro 1 hemos incluido algu­nas de estas variables aliado de cada actividad con el fin de ilustrarlo de forma holística.

 Finalmente, en función de las característi­cas particulares del alumnado que tengamos, debemos incluir un apartado sobre criterios para la atención de necesidades educativas especia­les. El alumnado es diverso y plural, con diferen­tes ritmos de aprendizaje, de dominio de la lengua, etc. Dicha diversidad necesita ser atendida, en la medida de lo posible, con enfoques dife­rentes, recursos variados y el soporte institucio­nal necesario. Algunas de las modalidades de adaptación que debemos contemplar en la pro­gramación son: adaptación de la organización del alumnado, adaptación de los materiales, adaptación del tiempo para realizar las activida­des, adaptación de los objetivos del área, etc.

 La programación de unidades didácticas por competencias cobra verdadero sentido cuando el alumnado se percata de que el tiempo que invertirá en las tareas le será provechoso para desenvolverse en la sociedad y resolver problemas.

 
HEMOS HABLADO DE:
·       Programación por competencias.
·       Programación de aula.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

AA. VV. (2006): La secuencia formativa. Barcelona. Graó.

Ambròs, A.; Ramos, J. M.; Rovira, M. (2009): «Criteris per a la programació d'un curs de lIengua», en: Enfilem les competències. Les competències bàsiques a l'àrea de lIengua. Barcelona. ICE de la Universitat de Barcelona (en prensa).

Ambròs, A.; Ramos, J. M. (2007): «Propuesta di­dáctica: Veamos poesía: leamos imágenes en se­cundaria». Aula de Innovación Educativa, núm. 165, pp. 81-96.

Escamilla, A. (2008). Las competencias básicas. Claves y propuestas para su desarrollo en los cen­tros. Barcelona. Graó.

MEC (2006): «Real Decreto 1631/2006, por el que se establecen las enseñanzas mínimas de la Educación Secundaria Obligatoria». BOE, núm. 5.

Pérez Gómez, A. I. (2008): «¿Competencias o pen­samiento práctico? La construcción de los signifi­cados de representación y de acción», en Gimeno Sacristán, J. (comp.) (2008): Educar por compe­tencias, ¿Qué hay de nuevo? Madrid. Morata.

Torres, J. (2008): «Obviando el debate sobre la cultura en el sistema educativo: Cómo ser compe­tentes sin conocimientos», en Gimeno Sacristán, J. (comp.) (2008): Educar por competencias: ¿Qué hay de nuevo? Madrid. Morata.

Zabala, A.; Arnau, L. (2007): Cómo aprender y enseñar competencias: 11 ideas clave. Barcelona. Graó.

Zabala, A. (1995): La práctica educativa. Cómo enseñar. Barcelona. Graó.

 



* Tomado de Ambrós, A. (2011). Aula de Innovación Educativa 180, 26-32.
1 Para una información más extensa véase el ca­pítulo 4 de Ambrós, Ramos y Rovira (2009).
2 Empleamos el adjetivo básicas siguiendo la LOE. Sin embargo, contamos con propuestas diferentes en relación con el malentendido generado por el calificativo. En este sentido, Escamilla (2008) pro­pone clave y Pérez Gómez (2008, p. 81) funda­mentales o llave. Adentrados ya en la polémica del adjetivo, no querríamos dejar de citar la problemá­tica que también ha generado el empleo del sus­tantivo competencias debido a las múltiples y ambiguas acepciones que tiene. El mismo artículo citado de Pérez Gómez, junto con el de Torres (2008, p. 149), expone meticulosamente los entre­sijos de los significados confusos.
3 Para una información más extensa remitimos a AA. VV. (2006).

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