LA ESTRUCTURA DEL DISEÑO CURRICULAR* César Coll

 

La estructura del Diseño Curricular*

 

César Coll

 

El cuadro 1 presenta una visión de conjunto de los componentes curriculares de la enseñanza obligatoria, desde las Finalidades del sistema educativo hasta los Objetivos Generales de Área; las flechas que relacionan estos componentes indican una concreción progresiva del proyecto educativo. Los dos recuadros superiores representan los condicionantes y las fuentes del Curriculum respectivamente; la flecha discontinua entre ambos indica que el marco legal debe atender a los resultados de los diferentes tipos de análisis que nutren el curriculum. La estructura curricular adoptada determina la organización del sistema educativo.

 


 

 

 


Marco legal básico

 

Fuentes del Curriculum: análisis socio-antropológico, psicológico, pedagógico y epistemológico

 

 

 

 

 

Componentes organizacionales de la enseñanza obligatoria.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuadro 1. Visión de conjunto de los componentes curriculares de la enseñanza obligatoria.

 

Las Finalidades del sistema educativo son las afirmaciones de principio sobre las funciones que éste debe desempeñar recogidas en la Constitución y en las leyes que la desarrollan. Los Objetivos Generales de la enseñanza obligatoria son las finalidades del sistema educativo atribuidas al conjunto de la enseñanza obligatoria. Los Objetivos Generales de Ciclo precisan las capacidades que los alumnos deben haber adquirido al finalizar el ciclo correspondiente de la enseñanza obligatoria. Estos objetivos contemplan como mínimo cinco grandes tipos de capacidades humanas: cognitivas o intelectuales; motrices; de equilibrio personal (afectivas); de relación interpersonal; y de inserción y actuación social. La secuenciación interciclos se lleva a cabo atendiendo a dos criterios simultáneamente: la complejidad intrínseca de las capacidades y el nivel medio de desarrollo de los alumnos de los distintos ciclos. La formulación de los Objetivos Generales de Ciclo adopta el siguiente formato: «El alumno será capaz de... (descripción del tipo o subtipo de capacidad seguida, eventualmente, del tipo de circunstancias en las que se manifiesta)».

 

Los Objetivos Generales de Ciclo determinan tanto las áreas curriculares que se incluyen en cada ciclo como los Objetivos Generales correspondientes a cada una de ellas. Los Objetivos Generales de Área indican las capacidades que el alumno debe haber adquirido en cada área curricular al finalizar el ciclo correspondiente. La formulación de los Objetivos Generales de Área adopta el mismo formato que el de los Objetivos Generales de Ciclo, pero añade una referencia explícita a los contenidos como conjunto de saberes que configuran las áreas curriculares. Los Objetivos Generales de Área se refieren en principio al conjunto del área curricular, sin precisar contenidos específicos de la misma. En la medida en que esto es así, los Objetivos Generales de Área son relativamente poco numerosos.

 

El Diseño Curricular de un ciclo propiamente dicho comienza con el establecimiento de los Objetivos Generales de Ciclo. El cuadro 2 proporciona una visión de conjunto de la estructura del Diseño Curricular de un ciclo cualquiera de la enseñanza obligatoria.

 

 

 

 

Marco legal básico

Resultados de los análisis socio-antropológico, psicológico, pedagógico y epistemológico.

 

 

 

 

 

 

 

 

Diseño Curricular Base

Primer nivel de concreción

 

 

Organización del Ciclo y de los centros educativos

Segundo

nivel de

concreción

 

 

Tercer

nivel de concreción

 

 

Cuadro 2. Visión de conjunto de la estructura del Diseño Curricular de un ciclo cualquiera de la enseñanza obligatoria.


De acuerdo con los principios básicos que hemos enunciado, las informaciones que proporcionan los análisis socio-antropológico, psicológico, pedagógico y epistemológico nutren la totalidad del Diseño Curricular. Así, por ejemplo, la concepción constructivista del aprendizaje escolar y de la intervención pedagógica repercute en todos los niveles, desde la formulación de los Objetivos Terminales de Área y las Orientaciones Didácticas, hasta los modelos de programación, pasando por el análisis y la secuenciación de los contenidos. Por otra parte, el Diseño Curricular de un ciclo determina obviamente su estructura organizativa y la organización de los centros educativos donde se va a impartir. Las flechas que unen el recuadro central con los otros dos representan estas relaciones. Las flechas del interior del recuadro central indican niveles sucesivos de concreción.

 

A. El primer nivel de concreción

 

El primer nivel de concreción del Diseño Curricular incluye el enunciado de los Objetivos Generales de Ciclo, el establecimiento de las áreas curriculares y de los Objetivos Generales de cada una de ellas, así como la formulación de los Objetivos Terminales, de los bloques de contenidos y de las orientaciones didácticas, referido todo ello a las distintas áreas curriculares retenidas.

 

Una vez establecidos los Objetivos Generales de Área, su concreción posterior exige precisar los aprendizajes específicos que favorecen la adquisición de los tipos o subtipos de capacidades que se estipulan en ellos. Esto supone determinar simultáneamente dos aspectos: los contenidos y la naturaleza de los aprendizajes que los alumnos deben realizar con cada uno de ellos. El resultado de esta operación conduce a los Objetivos Terminales de Área y a los bloques de contenido de las áreas curriculares.

 

(i) Los bloques de contenido

 

Se entiende por contenidos el conjunto de formas culturales y de saberes seleccionados para formar parte de las distintas áreas curriculares en función de los Objetivos Generales de Área. Los contenidos pueden ser hechos discretos, conceptos, principios, procedimientos, valores, normas y actitudes.

 

Un concepto designa un conjunto de objetos, sucesos o símbolos que tienen ciertas características comunes. Ejemplos: mamíferos, número primo, triángulo, nube, etc.

 

Un principio es un enunciado que describe cómo los cambios que se producen en un objeto, un suceso, una situación o un símbolo —o en un conjunto de objetos, sucesos, situaciones o símbolos— se relacionan con los cambios que se producen en otro objeto, suceso, situación o símbolo —o en otro conjunto de objetos, sucesos, situaciones o símbolos. Los principios suelen describir relaciones causa-efecto, pero pueden describir también otras relaciones de covariación. A menudo se utilizan los términos «regla» o «ley» como sinónimos de «principio». En la medida en que los principios describen relaciones entre conceptos, constituyen verdaderos sistemas conceptuales. Ejemplos: la ley de la gravedad, el ciclo natural del agua, el funcionamiento del sistema respiratorio, la ley de la oferta y de la demanda, el teorema de Pitágoras, etc.


Un procedimiento es un conjunto de acciones ordenadas y finalizadas, es decir, orientadas a la consecución de una meta. Para que un conjunto de acciones constituya un procedimiento, es necesario que esté orientado hacia una meta y que las acciones o pasos se sucedan con un cierto orden. La complejidad de los procedimientos varía en función del número de acciones o pasos implicados en su realización del grado de libertad en el orden de sucesión de las acciones o pasos y de la naturaleza de la meta a cuya consecución se orientan. A menudo se utilizan los términos «destreza», «técnica», «método», o incluso «estrategia» como sinónimos de «procedimiento». Ejemplos: restar llevando, construir un plano, hacer un resumen, confeccionar un plan de observación, etc.

 

Un valor es un principio normativo que preside y regula el comportamiento de las personas en cualquier momento y situación. Ejemplos: el respeto a la vida, el respeto a la naturaleza, la solidaridad, etc.

 

Los valores se concretan en normas, que son reglas de conducta que deben respetar las personas en determinadas situaciones: compartir, ayudar, ordenar, respetar, etc.

 

Una actitud es una tendencia a comportarse de una forma consistente y persistente ante determinadas situaciones, objetos, sucesos o personas. Las actitudes traducen, a nivel comportamental, el mayor o menor respeto a unos determinados valores y normas: conducta de compartir, de respetar, de ordenar, de ayudar, de cooperar, etc.

 

De acuerdo con estas definiciones, podemos clasificar los contenidos de la enseñanza obligatoria en tres grandes categorías: hechos, conceptos y principios (los principios describen relaciones entre conceptos y éstos se refieren siempre, en último término, a hechos discretos); procedimientos; valores, normas y actitudes (estos tres tipos de contenidos forman un continuum, ya que las actitudes son el correlato comportamental de los valores y normas). El primer nivel de concreción del Diseño Curricular incluye un listado de los principales bloques de contenido, en cada una de estas tres categorías, para cada área curricular. Desde el punto de vista del proceso de elaboración del Diseño Curricular, la selección de los contenidos que deben figurar en el primer nivel de concreción exige responder las siguientes preguntas:

 

  ¿Qué hechos, conceptos y principios es necesario tener en cuenta en esta área curricular para que el alumno adquiera, al finalizar el ciclo, las capacidades estipuladas por los Objetivos Generales del Área?

 

  ¿Qué procedimientos es necesario tener en cuenta en esta área curricular para que el alumno adquiera, al finalizar el ciclo, las capacidades estipuladas por los Objetivos Generales del Área?

 

  ¿Qué valores, normas y actitudes es necesario tener en cuenta en esta área curricular para que el alumno adquiera, al finalizar el ciclo, las capacidades estipuladas por los Objetivos Generales del Área?

 


(ii) Los objetivos terminales

 

Los Objetivos Terminales de Área precisan el tipo y grado del aprendizaje que debe realizar el alumno a propósito de los contenidos seleccionados para adquirir, al finalizar el ciclo, las capacidades estipuladas por los Objetivos Generales y de Área. Los Objetivos Terminales de Área hacen referencia necesariamente a unos contenidos específicos, concretamente a los bloques de contenido seleccionados en el área curricular correspondiente. Puesto que hemos distinguido tres grandes categorías de contenidos, en el primer nivel de concreción del Diseño Curricular figuran asimismo otros tantos grupos de Objetivos Terminales: los que precisan el tipo y grado del aprendizaje que debe realizar el alumno respecto a los hechos, conceptos y principios seleccionados; los que precisan el tipo y grado del aprendizaje que debe realizar el alumno respecto a los procedimientos seleccionados; y los que precisan el tipo y grado del aprendizaje que debe realizar el alumno respecto a los valores, normas y actitudes seleccionadas.

 

Debe tenerse en cuenta que los Objetivos Terminales señalan los resultados esperados del aprendizaje de los alumnos a propósito de contenidos específicos. Por ello, el formato estándar para su formulación es: «el alumno... (descripción del resultado esperado del aprendizaje) a propósito de... (contenido específico)». Las taxonomías de objetivos educativos proporcionan un amplio abanico de posibilidades de elección en cuanto al tipo y grado de resultados esperados del aprendizaje que figuran en los Objetivos Terminales y, por lo tanto, pueden ser de gran utilidad como recordatorio en la formulación de estos últimos. Sin embargo, conviene subrayar que los Objetivos Terminales no se derivan de las taxonomías, sino que surgen de un análisis de los Objetivos Generales de Área y, más concretamente, de las capacidades que deben adquirir los alumnos según lo estipulado por ellos.

 

El establecimiento de los Objetivos Terminales requiere una reflexión previa sobre los tipos de aprendizaje que pueden realizarse a propósito de las tres grandes categorías de contenidos que hemos distinguido: ¿en qué consiste aprender un hecho, un concepto o un principio?; ¿en qué consiste aprender un procedimiento?; ¿en qué consiste aprender un valor, una norma o una actitud?. Simplificando al máximo, podemos decir que:

 

(i) Aprender hechos y conceptos significa que se es capaz de identificar, reconocer, clasificar, describir y comparar objetos, sucesos o ideas. Aprender un principio significa que se es capaz de identificar, reconocer, clasificar, describir y comparar las relaciones entre los conceptos o hechos a los que se refiere el principio. En consecuencia, en los Objetivos Terminales relativos a hechos, conceptos y principios, los resultados esperados del aprendizaje de los alumnos aparecerán formulados a menudo mediante los verbos siguientes:

 

IDENTIFICAR, RECONOCER, CLASIFICAR, DESCRIBIR, COMPARAR, CONOCER, EXPLICAR, RELACIONAR, SITUAR (en el espacio y/o en el tiempo), RECORDAR, ANALIZAR, INFERIR, GENERALIZAR, COMENTAR, INTERPRETAR, SACAR CONCLUSIONES, DIBUJAR, INDICAR, ENUMERAR, SEÑALAR, RESUMIR, DISTINGUIR, APLICAR, etc.


(ii) Aprender un procedimiento significa que se es capaz de utilizarlo en diversas situaciones y de diferentes maneras con el fin de resolver los problemas planteados y alcanzar las metas fijadas. En consecuencia, en los Objetivos Terminales relativos a procedimientos, los resultados esperados del aprendizaje de los alumnos aparecerán formulados a menudo mediante los verbos siguientes:

 

MANEJAR, CONFECCIONAR, UTILIZAR, CONSTRUIR, APLICAR, RECOGER, REPRESENTAR, OBSERVAR, EXPERIMENTAR, PROBAR, ELABORAR, SIMULAR, DEMOSTRAR, RECONSTRUIR, PLANIFICAR, EJECUTAR, COMPONER, etc.

 

(iii) Aprender un valor significa que se es capaz de regular el propio comportamiento de acuerdo con el principio normativo que dicho valor estipula. Aprender una norma significa que se es capaz de comportarse de acuerdo con la misma. Aprender una actitud significa mostrar una tendencia consistente y persistente a comportarse de una determinada manera ante clases de situaciones, objetos, sucesos o personas. En consecuencia, en los Objetivos Terminales relativos a valores, normas y actitudes, los resultados esperados del aprendizaje de los alumnos aparecerán formulados a menudo mediante los verbos siguientes:

 

COMPORTARSE (de acuerdo con), RESPETAR, TOLERAR, APRECIAR, VALORAR (positiva o negativamente), ACEPTAR, PRACTICAR, SER CONSCIENTE DE, REACCIONAR A, CONFORMARSE CON, ACTUAR, CONOCER, DARSE CUENTA DE, ESTAR SENSIBILIZADO A, SENTIR, PERCATARSE DE, PRESTAR ATENCIÓN A, INTERESARSE POR, OBEDECER, PERMITIR, ACCEDER A, CONFORMARSE CON, REACCIONAR A, PREOCUPARSE POR, DELEITARSE CON, RECREARSE EN, PREFERIR, INCLINARSE POR, etc.

 

En la formulación de los Objetivos Terminales, deben tenerse en cuenta los siguientes extremos:

 

  Los verbos utilizados para precisar los resultados esperados del aprendizaje de los alumnos deben tener siempre un referente comportamental, sin que ello signifique en absoluto que deban referirse necesariamente a comportamientos observables discretos. Mantener esta exigencia obligaría a excluir resultados esperados del aprendizaje relativamente complejos que tienen una manifestación comportamental amplia y diversa.

 

  Los mismos verbos pueden utilizarse en ocasiones para precisar resultados esperados del aprendizaje relativos a diferentes categorías de contenidos.

 

  Un mismo Objetivo Terminal puede hacer referencia simultáneamente a varios contenidos específicos; correlativamente un mismo contenido puede aparecer en diferentes Objetivos Terminales en la medida en que puede ser objeto de diferentes tipos de resultados esperados del aprendizaje.

 


(iii) Las orientaciones didácticas

 

Junto con los Objetivos Generales del Ciclo, el Diseño Curricular incluye un resumen de las opciones básicas que caracterizan la concepción constructivista del aprendizaje escolar y la intervención pedagógica. En este resumen figura asimismo una perspectiva de conjunto sobre el qué, el cómo y el cuándo evaluar en las tres modalidades de evaluación inicial, formativa y sumativa. Las opciones básicas expuestas están moduladas, en cada caso, por el perfil evolutivo —en las vertientes cognoscitiva, afectiva, relacional y psicosocial— de los alumnos del ciclo en cuestión.

 

Asimismo, en el primer nivel de concreción del Diseño Curricular se incluyen, para cada área curricular, unas orientaciones didácticas. Estas orientaciones son dobles. Por un lado, proporcionan criterios para diseñar actividades de enseñanza/aprendizaje en función de la concepción constructivista del aprendizaje escolar y de la intervención pedagógica, así como del tipo y grado del aprendizaje que señalan los Objetivos Terminales y de la naturaleza de los contenidos seleccionados. Por otro lado, proporcionan criterios para diseñar actividades de evaluación —inicial, formativa y sumativa— en función de los mismos factores.

 

Resumiendo, el primer nivel de concreción del Diseño Curricular adopta, en cada una de las áreas curriculares consideradas, la estructura interna que se muestra en la página siguiente.

 

Nótese que los diferentes tipos de contenido no deben tener necesariamente el mismo peso en los diferentes ciclos, ni siquiera en las diferentes áreas curriculares de un mismo ciclo. Por ejemplo, los valores, normas y actitudes tendrán sin duda una mayor presencia en el área de Ciencias Sociales que en el área de Matemáticas; pero, incluso en la misma área de Ciencias Sociales, su presencia será probablemente distinta en Ciclo Inicial y en Ciclo Superior de EGB.

 

Tradicionalmente, en los Diseños Curriculares de la enseñanza obligatoria se ha dado una importancia máxima al tipo de contenidos denominado «hechos, conceptos y principios». Esta tendencia debe neutralizarse, siendo necesario tomar conciencia de la importancia que tienen los otros dos tipos de contenidos (procedimientos; valores, actitudes y normas), sobre todo en los primeros ciclos de la enseñanza obligatoria.

 

Señalemos, para terminar, que la estructura adoptada en el primer nivel de concreción del Diseño Curricular supone una cierta correspondencia entre bloques de contenidos y Objetivos Terminales para cada área. Esta correspondencia, sin embargo, no es total pues, como ya hemos dicho, un mismo objetivo puede referirse simultáneamente a diferentes contenidos y, correlativamente, un mismo contenido puede estar implicado en diferentes Objetivos Terminales.

 


 

Ciclo:  ...

Área Curricular:  ...

 

Bloques de contenidos

Objetivos Terminales

Orientaciones Didácticas

 

A.    Hechos, conceptos y principios.

 

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B.    Procedimientos.

 

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C.    Valores, normas y actitudes

 

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A.    Relativos a hechos, conceptos y principios.

 

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.     .     .

 

B.    Relativos a procedimientos.

 

.     .     .

.     .     .

 

C.    Relativos a valores, normas y actitudes.

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Criterios para diseñar actividades de enseñanza/aprendizaje.

 

 

 

 

Criterios para diseñar actividades de evaluación inicial, formativa y sumativa.

 

Cuadro 3. La estructura interna del primer nivel de concreción.

 

B. El segundo nivel de concreción

 

El primer nivel de concreción del Diseño Curricular de un ciclo de la enseñanza obligatoria precisa qué enseñar (contenidos y objetivos terminales de las distintas áreas curriculares) y ofrece criterios-guía sobre cómo enseñar y evaluar (orientaciones didácticas), pero no dice nada todavía sobre cuándo enseñar, sobre la secuenciación y la temporalización de los aprendizajes a lo largo del ciclo. La elaboración de programaciones en sentido estricto de la acción pedagógica (tercer nivel de concreción del Diseño Curricular) exige prever la temporalización de los aprendizajes de los alumnos —es decir, la distribución temporal del conjunto de aprendizajes específicos que deben realizar los alumnos para adquirir las capacidades que fijan los Objetivos Generales de Ciclo— y ésta, a su vez, requiere el análisis y posterior secuenciación de los contenidos seleccionados en cada una de las áreas curriculares del ciclo. El resultado del análisis de los bloques de contenido que figuran en el primer nivel de concreción, así como la propuesta de secuenciación de los elementos que dicho análisis permite identificar, configuran el segundo nivel de concreción del Diseño Curricular. Nótese que la temporalización de los aprendizajes no se incluye en este segundo nivel de concreción, que se limita a establecer las bases necesarias para que la temporalización pueda llevarse a cabo en el marco de propuestas concretas de programación (tercer nivel de concreción) atendiendo a supuestos particulares.

 

El segundo nivel de concreción del Diseño Curricular consiste pues en establecer, para cada área curricular, sendas secuencias de los principales elementos de contenido. En el supuesto, por ejemplo, de que se hayan seleccionado en el primer nivel de concreción bloques de contenido relativos a hechos, conceptos y principios, a procedimientos, y a valores, normas y actitudes, el segundo nivel de concreción adoptará la forma siguiente:

 

 


 

Hechos, conceptos y principios

 

Procedimientos

 

Valores, normas y actitudes

 

SECUENCIACIÓN

Principales hechos, conceptos y principios implícitos en los bloques de contenido correspon-dientes del primer nivel de concreción.

SECUENCIACIÓN

Principales procedimien-tos y subprocedimientos implícitos en los bloques de contenido correspon-dientes del primer nivel de concreción.

SECUENCIACIÓN

Principales valores, nor-mas y actitudes implí-citas en los bloques de contenido correspon-dientes del primer nivel de concreción.

 

Cuadro 4. La estructura interna del segundo nivel de concreción.

 

Desde el punto de vista del proceso de elaboración del Diseño Curricular, el establecimiento del segundo nivel de concreción supone los siguientes pasos:

 

(i) identificar los principales componentes de los bloques de contenido seleccionados en el primer nivel de concreción;

 

(ii) analizar las relaciones que existen entre los componentes identificados y establecer las estructuras de contenido correspondientes;

 

(iii) Proponer una secuenciación de los componentes atendiendo a las relaciones y estructuras establecidas y a las leyes del aprendizaje significativo.

 

(i) Los componentes elementales del contenido

 

El primer paso consiste simplemente en identificar los principales elementos del contenido seleccionado a partir de un análisis de su estructura interna. El aspecto más delicado de esta fase consiste en decidir el nivel de detalle y de precisión con que deben identificarse los elementos constitutivos del contenido. El criterio último es, por supuesto, lo estipulado por los Objetivos Generales de Área; en otros términos, en la identificación de los componentes elementales de contenido se alcanzará el grado de detalle y de precisión exigido por el dominio de las capacidades que figuran en los Objetivos Generales de Área. Señalemos además que la propuesta de distinguir tres tipos de contenido —hechos, conceptos y principios; procedimientos; valores, normas y actitudes— es una propuesta estándar y que, en determinados ciclos de la enseñanza obligatoria, puede ser aconsejable distinguir otras categorías. Así, en Parvulario, donde el conocimiento de hechos tiene una importancia fundamental y el aprendizaje de principios es totalmente secundario, la clasificación de los contenidos adoptará probablemente otras formas, por ejemplo: hechos, conceptos y principios (con una presencia mínima de los segundos); procedimientos (probablemente, con diferentes subcategorías); normas, actitudes y valores (con preponderancia de las primeras). En el otro extremo de la enseñanza obligatoria, en el Ciclo Superior de EGB, el aprendizaje de conceptos ocupa un lugar destacado y el aprendizaje de principios empieza a adquirir importancia, por lo que el énfasis de la categoría denominada «hechos, conceptos y principios» recaerá sobretodo en los dos últimos términos, siendo incluso quizás aconsejable, en determinadas áreas curriculares, establecer categorías diferenciadas.

 

(ii) Las relaciones y las estructuras de contenido

 

Una vez identificados los principales elementos del contenido, el segundo paso consiste en identificar las relaciones entre los mismos que tengan una pertinencia instruccional, es decir, que sean relevantes para la organización y la secuenciación de la enseñanza. Siguiendo a Reigeluth, Merrill y Bunderson (1978), las relaciones y las estructuras del contenido pertinentes para la instrucción son:

 

En el caso de los hechos: las relaciones de atributo. Son relaciones que permiten ordenar los hechos, fenómenos o sucesos según el grado de posesión de un determinado atributo. Así, por ejemplo, los países pueden ordenarse atendiendo al número de habitantes o a su extensión en Km2; los sucesos históricos pueden ordenarse cronológicamente; los minerales por su grado de dureza; las cordilleras por su altura; etc. Las relaciones de atributo permiten establecer unas estructuras que se denominan listas y que pueden definirse como colecciones de elementos de contenido ordenados en función de un atributo o parámetro. Nótese que, en principio, un conjunto de elementos de contenidos puede ordenarse de formas muy diversas según la naturaleza del atributo utilizado para ello, por lo que la decisión crucial reside en seleccionar el atributo o atributos más importantes desde el punto de vista de la lógica interna del contenido.

 

En el caso de los conceptos: las relaciones de subordinación, supraordenación y coordinación. Son relaciones de clase y de pertenencia entre conceptos. Existen dos subtipos de relaciones de estas características: las que responden al enunciado general «un x es una especie de y» (por ejemplo: la serpiente es un animal carnívoro; la democracia es una forma de gobierno; etc.); y las que responden al enunciado general «un x es una parte de y» (por ejemplo: enero es uno de los doce meses del año; la fauna es un elemento del ecosistema; etc.). La identificación de las primeras permite establecer unas estructuras de contenido denominadas taxonomías de tipos, en las que un elemento de un nivel inferior es una especie del elemento correspondiente del nivel superior (por ejemplo: animales g mamíferos g osos g etc.); la identificación de las segundas permite establecer unas estructuras de contenido denominadas taxonomías de partes, en las que un elemento de un nivel inferior es una parte del elemento correspondiente del nivel superior (por ejemplo: cuerpo g cabeza g boca g dientes g etc.). Por supuesto, dos o más taxonomías pueden combinarse dando lugar a un tercer tipo de estructuras de contenido: las matrices, en las que cada elemento pertenece simultáneamente a dos taxonomías (por ejemplo: los leones son carnívoros y mamíferos; los mosquitos son una especie de insectos y forman parte de la fauna de una región).

 

Los criterios para establecer relaciones de subordinación, supraordenación y coordinación entre los conceptos, aunque no son tan arbitrarios como los atributos que pueden utilizarse para ordenar los hechos, pueden ser también en ocasiones numerosos y diversos, por lo que es imprescindible seleccionar los más pertinentes desde el punto de vista de la estructura interna del contenido curricular.


En el caso de los principios: las relaciones de covariación, causa-efecto y prescriptivas (lo que debe hacerse para obtener determinados resultados) entre principios. Recuérdese que los principios son enunciados que designan cómo los cambios que se producen en un conjunto de objetos, sucesos, situaciones o símbolos (conceptos) se relacionan con los cambios que se producen en otro conjunto de objetos, sucesos, situaciones o símbolos (conceptos). Las relaciones entre principios describen pues relaciones de segundo orden entre conceptos, es decir, relaciones de relaciones entre conceptos. La identificación de las relaciones entre principios permite establecer unas estructuras de contenido denominadas teorías o modelos, que pueden ser de naturaleza descriptivo-explicativa o prescriptiva según las relaciones en juego (por ejemplo: la explicación de fenómenos atmosféricos, la fluctuación del mercado del trabajo, el proceso de fabricación del vino, etc.).

 

En el caso de los procedimientos: las relaciones de orden y de decisión. Las primeras describen el orden en el que deben ejecutarse los pasos de un procedimiento o los diferentes subprocedimientos implicados en un procedimiento más complejo (por ejemplo: el orden a seguir en la construcción de un plano de la escuela); las segundas describen posibles alternativas de acción en la ejecución de los pasos de un procedimiento o de los subprocedimientos implicados en un procedimiento más complejo (por ejemplo: el algoritmo de substracción con varios dígitos). La identificación de las relaciones entre procedimientos permite establecer unas estructuras de contenido denominadas jerarquías de procedimientos, que son conjuntos de procedimientos y de subprocedimientos ordenados en función de las relaciones de orden y/o de decisión que mantienen entre sí.

 

En el caso de los valores, normas y actitudes: las relaciones de preeminencia o prioridad. Son relaciones que indican un orden jerárquico entre valores, normas y actitudes, de tal manera que los que se sitúan en un nivel superior tienen preeminencia sobre los que se sitúan en un nivel inferior. La identificación de las relaciones entre valores, normas y actitudes permite establecer unas estructuras de contenido denominadas sistemas de valores y sistemas de normas, que describen la preponderancia relativa de los diferentes valores y normas que regulan el comportamiento.

 

(iii) La secuenciación de los contenidos

 

Una vez identificados los principales elementos del contenido, así como las relaciones entre los mismos y las estructuras correspondientes, el tercer paso consiste en establecer una secuenciación que respete los principios del aprendizaje significativo. Básicamente, esto consiste en ordenar los elementos de acuerdo con una secuencia que procede de lo más general a lo más detallado y de lo más simple a lo más complejo. En otros términos, se presentarán en primer lugar los elementos esenciales del contenido susceptibles de proporcionar una panorámica global del mismo, de tal manera que los elementos restantes puedan ser introducidos como ampliaciones, matizaciones, precisiones o profundizaciones de los presentados en primer término. Obviamente, para llevar a cabo esta tarea es de suma utilidad partir de las estructuras de contenido establecidas en el paso anterior.

 

Aunque el criterio prescrito para secuenciar los elementos de contenido es válido en todos los casos —de lo más general y simple a lo más detallado y complejo—, lógicamente su concreción varía según el tipo de contenidos al que se aplique. Así, por ejemplo, en la secuenciación de conceptos, se presentan en primer lugar los más fundamentales y representativos, que son también, por definición, los más generales e inclusivos entre los que aparecen en las taxonomías de tipos y de partes y en las matrices correspondientes; seguidamente, se introducen de forma progresiva los conceptos menos generales y menos inclusivos de las taxonomías que proporcionan detalles y precisiones respecto a los presentados en primer lugar. En la secuenciación de principios, se comienza presentando los más simples y fundamentales entre los que aparecen en las estructuras teóricas correspondientes, para introducir progresivamente versiones más complejas, específicas, matizadas y contextualizadas de los mismos. En la secuenciación de procedimientos, la propuesta consiste en presentar en primer término el procedimiento o procedimientos más simples y, al mismo tiempo, más generales: es decir, los que incluyen un menor número de pasos y se aplican a una gama más amplia de situaciones; a continuación, se introducen los procedimientos progresivamente más complejos y más específicos en sus condiciones de aplicación. En la secuenciación de valores, normas y actitudes, la regla que prescribe avanzar desde lo más simple y general a lo más complejo y detallado se concreta en una ordenación que comienza por los valores y normas más preeminentes y que rigen en un mayor número de situaciones, introduciendo progresivamente los que ocupan un lugar inferior en los sistemas jerárquicos de valores y normas y que, además, rigen en situaciones y contextos más específicos. Por último, en la secuenciación de hechos, la ordenación se establece de acuerdo con las relaciones de atributos utilizadas para confeccionar las listas correspondientes, velando siempre por presentar, en primer término, los hechos más representativos y próximos, introduciendo paulatinamente de forma progresiva los más singulares y alejados de la experiencia inmediata.

 

C. El tercer nivel de concreción

 

En el modelo de Diseño Curricular adoptado, los dos niveles de concreción descritos configuran la base a partir de la cual pueden concretarse diferentes programas de acción didáctica en función de las características concretas de las diversas situaciones educativas. El carácter «abierto» del Diseño Curricular reside precisamente en su posible adaptación a la singularidad de cada centro escolar, elaborando proyectos educativos y programaciones ajustadas a las necesidades y peculiaridades de cada caso. El tercer nivel de concreción no forma pues parte, en sentido estricto, del Diseño Curricular, sino que ilustra la manera de utilizarlo mediante ejemplos de programaciones elaboradas a partir del Diseño Curricular Base y teniendo en cuenta determinados supuestos reales presentes en el sistema educativo.

 

Entre los supuestos que debe contemplar necesariamente la utilización del Diseño Curricular Base y que, por lo tanto, debería ilustrar el tercer nivel de concreción, conviene destacar las necesidades educativas especiales de los alumnos (cf. el punto 4.2.), la estructura organizativa y los recursos pedagógicos del centro, las competencias profesionales del profesorado y sus opciones respecto a metodologías didácticas particulares (por ejemplo, la instrumentación didáctica del principio de globalización inscrito en la propia estructura del Diseño Curricular Base). En cualquier caso, sea cual sea la naturaleza de los supuestos considerados para confeccionar las programaciones, esta tarea exige dos pasos: la planificación y distribución de los aprendizajes entre los niveles que conforman un ciclo; y la planificación y temporalización, dentro de cada nivel, de los aprendizajes correspondientes.

 

(i) Objetivos y contenidos de nivel

 

El primer paso en la confección de programaciones a partir del Diseño Curricular Base consiste en traducir los Objetivos Terminales de Área y los bloques de contenido correspondientes (primer nivel de concreción) en objetivos de Nivel y en bloques de contenido más restringidos. Los Objetivos de Nivel son similares, en cuanto a su significado y formulación, a los Objetivos Terminales de Área, excepto en que se refieren a contenidos menos amplios, de tal manera que el logro de un Objetivo Terminal de Área implica a menudo el logro de varios Objetivos de Nivel.

 

En la lógica interna del modelo de Diseño Curricular adoptado, la temporalización o distribución de los aprendizajes entre los niveles de un ciclo, es decir, la secuenciación interniveles, no surge de una jerarquización de los objetivos en terminales e intermedios, sino de la ordenación y secuenciación de los contenidos (segundo nivel de concreción).

 

El punto clave de este primer paso reside pues en distribuir entre los niveles del ciclo los elementos de contenido previamente identificados y secuenciados. Esta distribución se lleva a cabo de tal modo que en el primer nivel del ciclo se incluyen los elementos más fundamentales y representativos del contenido, los más generales y simples, reservando para los niveles siguientes los elementos que aportan precisiones o detalles a los del primer nivel. En otros términos, los contenidos del primer nivel de cada ciclo proporcionan una visión de conjunto muy general de las áreas curriculares. Esta panorámica global es precisada progresivamente en los niveles posteriores hasta alcanzar el grado de detalle y de profundidad que requieren los Objetivos Generales de Ciclo y de Área. Los sucesivos niveles de un ciclo deben entenderse pues como elaboraciones progresivas de los contenidos que aparecen en el primer nivel del mismo.

 

Es obvio que no todos los elementos del contenido presentes en el primer nivel del ciclo son retomados con mayor detalle y profundidad en los niveles siguientes: éstos pueden consistir en elaboraciones de igual o desigual profundidad de diferentes elementos de contenido presentes en el primer nivel; o bien en elaboraciones sucesivas de profundidad creciente de los mismos elementos del primer nivel; o aún en elaboraciones progresivamente más profundas de todos los elementos del primer nivel. Conviene subrayar que no se trata de presentar en el primer nivel del ciclo un resumen de todos los contenidos del mismo, sino tan sólo una selección de los más fundamentales y representativos con los que puedan relacionarse todos los demás. En suma, lo que se pretende procediendo de este modo es favorecer el aprendizaje significativo de los alumnos ayudándoles a construir redes o estructuras de significados cada vez más amplias, ricas, complejas e integradas.

 

Dos observaciones todavía en torno a la secuenciación interniveles. En primer lugar, es absolutamente necesario tener en cuenta las características diferenciales de los alumnos para los que se elabora la programación. En efecto, en función de sus necesidades educativas y sus conocimientos previos, puede darse prioridad a uno u otro de los tipos de contenido (hechos, conceptos y principios; procedimientos; valores, normas y actitudes) e incluso temporalizar de forma distinta los Objetivos de Nivel y los contenidos correspondientes a lo largo del ciclo. En segundo lugar, la expresión «Objetivos de Nivel» responde al hecho de que la unidad de secuenciación no tiene una duración temporal fija: un nivel puede corresponder a un curso académico, dos cursos académicos (como sería aconsejable, por ejemplo, en el caso de parvulario), un trimestre (por ejemplo, en un sistema de créditos), etc.

 

(ii) Programaciones

 

La temporalización por niveles de los aprendizajes escolares es el punto de partida inmediato para programar la acción pedagógica mediante el establecimiento de Unidades Didácticas, ordenadas y secuenciadas, en el seno de cada nivel (secuenciación intraniveles). La unidad didáctica es una unidad de trabajo relativa a un proceso completo de enseñanza/aprendizaje que no tiene una duración temporal fija (una unidad didáctica puede abarcar varias «clases» o «lecciones» tradicionales). En la medida en que concierne a la planificación de un proceso completo de enseñanza/aprendizaje, las unidades didácticas precisan unos objetivos, unos bloques elementales de contenido, unas actividades de aprendizaje y unas actividades de evaluación.

 

Los objetivos de las unidades didácticas son similares, en cuanto a su significado y formulación, a los Objetivos de Nivel, excepto en que se refieren a bloques de contenido más restringidos que llamaremos, por convención, bloques elementales de contenido. El logro de un objetivo de nivel supone a menudo el logro de varios Objetivos Didácticos, pues estos últimos implican normalmente unos contenidos menos amplios. Por supuesto, lo que se considera un bloque elemental de contenido depende del grado de exigencia de los Objetivos Generales de Ciclo y de Área.

 

Para la secuenciación de las Unidades Didácticas, se utiliza el mismo procedimiento que para la secuenciación interniveles, es decir, se ordenan y se secuencian los contenidos del nivel de acuerdo con los principios del aprendizaje significativo. La unidad didáctica inicial de un nivel incluye los elementos de contenido más generales y simples del mismo, mientras que las unidades didácticas posteriores constituyen elaboraciones sucesivas de profundidad creciente o ampliaciones de los contenidos de la unidad didáctica inicial. Al igual que sucede en la secuenciación interniveles, la unidad didáctica inicial no incluye un resumen o versión simplificada de todos los elementos de contenido del nivel, sino únicamente los más fundamentales y representativos con los que pueden relacionarse de un modo u otro todos los demás.


De acuerdo con lo que precede, las programaciones del tercer nivel de concreción que ilustran el uso del Diseño Curricular Base incluyen los siguientes elementos:

 

 

NIVEL I

 

NIVEL II

 

NIVEL n

Secuenciación intraniveles

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bloque elemental de contenido

 

Objetivos didácticos

 

Actividades

de

aprendizaje

 

Actividades

de

evaluación

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bloque elemental de contenido

 

Objetivos didácticos

 

Actividades

de

aprendizaje

 

Actividades

de

evaluación

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bloque elemental de contenido

 

Objetivos didácticos

 

Actividades

de

aprendizaje

 

Actividades

de

evaluación

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bloque elemental de contenido

 

Objetivos didácticos

 

Actividades

de

aprendizaje

 

Actividades

de

evaluación

 

 

 

 

 

 

 

 

:

 

:

 

 

 

 

Bloque elemental de contenido

 

Objetivos didácticos

 

Actividades

de

aprendizaje

 

Actividades

de

evaluación

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

secuenciación interniveles

Cuadro 5. La estructura interna de las programaciones

 

Obviamente, en función de los supuestos que contemplan las programaciones, este formato puede concretarse de formas distintas. Así, por ejemplo, en caso de optar por una metodología interdisciplinar, los bloques elementales de contenido, los objetivos didácticos y las actividades de aprendizaje y de evaluación integrarán elementos de dos o más áreas curriculares. No obstante, con independencia de los supuestos de diversa índole considerados para elaborar las programaciones, y con independencia también de la naturaleza y de 1as características de las actividades de aprendizaje y de evaluación, queremos subrayar la necesidad de que se precisen los objetivos y los contenidos de las diferentes unidades didácticas. Sólo así puede asegurarse la continuidad entre los diferentes eslabones del proceso de concreción de las intenciones educativas que lleva, desde los Objetivos Generales de la Enseñanza Obligatoria, en un extremo, hasta lo que se aprende y se enseña realmente en las aulas, en el otro extremo.

 

El tratamiento de las Necesidades Educativas

Especiales en el ámbito curricular

 

La puesta en práctica de los principios de normalización y de integración de todos los alumnos en el sistema escolar ordinario —principios que están, por otra parte, en el origen del proceso de reforma de la Enseñanza Obligatoria emprendido por la Administración— exige abordar el tratamiento de las Necesidades Educativas Especiales en el marco del Diseño Curricular Base. En otros términos, las Necesidades Educativas Especiales de los alumnos deben recibir el tratamiento curricular adecuado mediante adaptaciones del Diseño Curricular Base a la naturaleza y características de estas necesidades. Entre los supuestos que deben tenerse en cuenta para elaborar programaciones conceptualizadas a partir del Diseño Curricular Base, las Necesidades Educativas de los alumnos ocupan un lugar central.

 

Conviene pues subrayar que, en el marco del planteamiento adoptado, no tiene sentido diferenciar o contraponer el Diseño Curricular de la Educación Ordinaria, por una parte, y los Diseños Curriculares de Educación Especial por otra. Más bien, lo que sucede es que el Diseño Curricular Base está siempre sujeto a adaptaciones diversas en función de las Necesidades Educativas concretas de los alumnos a los que se aplica; por supuesto, la profundidad y la amplitud de las adaptaciones dependerán, en cada caso, de la naturaleza de las necesidades educativas, pero el punto de partida y de referencia de la acción pedagógica es siempre el Diseño Curricular Base, que cumple de este modo una función normalizadora e integradora en el tratamiento de las Necesidades Educativas Especiales.

 

El cuadro de la página siguiente muestra la continuidad entre la Educación Ordinaria y la Educación Especial y destaca la importancia del concepto de Necesidades Educativas. En el contexto de unas Finalidades de la Educación que presiden el Sistema escolar y la enseñanza obligatoria, válidas para todos los alumnos (promover su desarrollo personal mediante el conocimiento del mundo en que viven y la adquisición de las destrezas y conocimientos necesarios para dirigir su propia vida de forma autónoma y responsable), que se concretan en un Curriculum, o en un conjunto de Diseños Curriculares que abarcan los diferentes ciclos de la enseñanza obligatoria, las Necesidades Educativas designan las actuaciones pedagógicas que deben ponerse en marcha para que los alumnos puedan acceder al Curriculum. Todos los alumnos tienen, por definición, Necesidades Educativas; hay, sin embargo, dos tipos de Necesidades Educativas: las que son compartidas por todos los alumnos y las que son específicas de cada alumno. Las Necesidades Educativas Especiales son las Necesidades Educativas específicas, fruto de las características diferenciales del alumno, que es imprescindible satisfacer para asegurar su acceso al Curriculum.

 

Las Necesidades Educativas comunes a todos los alumnos son satisfechas mediante las Actuaciones Pedagógicas Habituales que, tomadas en su conjunto, delimitan lo que suele llamarse «educación ordinaria». Las Actuaciones Pedagógicas Especiales son pues actuaciones pedagógicas adicionales o complementarias cuyo objetivo es satisfacer las Necesidades Educativas Especiales de los alumnos. Las Actuaciones Pedagógicas Especiales surgen cuando los recursos pedagógicos habituales del sistema escolar no bastan para dar una respuesta adecuada a las Necesidades Educativas Especiales de los alumnos. En esta perspectiva, la «Educación Especial» es el conjunto de Actuaciones Pedagógicas Especiales que se llevan a cabo —de forma temporal o permanente, en centros ordinarios o especiales— para satisfacer las Necesidades Educativas de los alumnos y facilitar de este modo su acceso al curriculum. Nótese que, de la misma manera que hay un continuo entre Necesidades Educativas Habituales y Necesidades Educativas Especiales, así como entre Actuaciones Pedagógicas Habituales y Actuaciones Especiales, hay también un continuo entre Educación Ordinaria y Educación Especial, sin que sea posible establecer una línea divisoria neta entre ambas. La adaptación del Diseño Curricular Base a las Necesidades Educativas de los alumnos es una exigencia del modelo de Curriculum adoptado que se aplica por igual a la Educación Ordinaria y a la Educación Especial.

 

Cuadro 6. EL CONTINUUM EDUCACIÓN ORDINARIA/EDUCACIÓN ESPECIAL

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Es obvio que, como indica el cuadro que estamos comentando, las Actuaciones Pedagógicas Especiales no consisten únicamente en adaptaciones curriculares (por ejemplo, formas distintas de organización escolar, apoyos psicopedagógicos complementarios, modificación del ambiente físico-ambiental, materiales e instrumentos específicos, etc.), pero éstas tienen ciertamente una especial relevancia en la medida en que el Diseño Curricular constituye la concreción del proyecto educativo que preside la educación escolar. Esta es la razón por la que el Diseño Curricular de los ciclos que conforman la enseñanza obligatoria no debe limitarse a ofrecer la posibilidad de tratar las Necesidades Educativas Especiales de los alumnos como adaptaciones del mismo, sino que debe incluir, además, orientaciones, procedimientos y propuestas concretas para llevar a cabo dichas adaptaciones.

 

Esto implica incluir el tratamiento de las Necesidades Educativas Especiales en el proceso de elaboración de los Diseños Curriculares, de tal manera que, junto al Diseño Curricular Base de cada ciclo y los ejemplos de programación que ejemplifican su uso bajo determinados supuestos (tercer nivel de concreción), deben figurar además:


(i) Orientaciones, procedimientos y estrategias para identificar las Necesidades Educativas Especiales de los alumnos.

 

(ii) Una tipología y una descripción detallada de las Necesidades Educativas Especiales más frecuentes de los alumnos del ciclo en cuestión. La descripción debe destacar las implicaciones respecto a los diferentes elementos del Diseño Curricular Base (objetivos, contenidos, orientaciones didácticas), señalando las adaptaciones y modificaciones que deban introducirse en los mismos según la naturaleza y las características de las Necesidades Educativas Especiales.

 

(iii) Orientaciones, procedimientos y estrategias para elaborar Programas de Desarrollo Individual que permitan satisfacer adecuadamente los principales tipos de Necesidades Educativas Especiales.

 

(iv) Ejemplos prototípicos de Programas de Desarrollo Individual para las Necesidades Educativas Especiales más frecuentes.

 

Una última observación para concluir este apartado. Si bien es cierto que las Necesidades Educativas Especiales surgen de las características diferenciales de los alumnos (historia personal y/o déficits de diferente naturaleza), no debe perderse de vista que se definen con relación a las actuaciones pedagógicas capaces de satisfacerlas. La tipología de Necesidades Educativas Especiales debe utilizar, en consecuencia, criterios fundamentalmente pedagógicos y tener en cuenta las exigencias del curriculum. Una tipología de Necesidades Educativas Especiales no es, en ningún caso, una tipología de déficits, aunque es evidente que existe una relación entre determinados tipos de déficits y las Necesidades Educativas que deben satisfacerse para que los alumnos afectados puedan acceder al curriculum.

 

El desarrollo del Diseño Curricular

 

En las páginas precedentes hemos formulado una propuesta de estructura de Diseño Curricular inspirada en la concepción constructivista del aprendizaje escolar y de la intervención pedagógica que, con modificaciones más o menos puntuales, es aplicable a nuestro juicio a todos los ciclos de la enseñanza obligatoria, asegurando de este modo la necesaria continuidad y coherencia entre los mismos y respetando los principios de normalización y de integración en el tratamiento de las Necesidades Educativas Especiales. Asimismo, hemos formulado una serie de sugerencias dirigidas a facilitar el proceso de elaboración de los Diseños Curriculares que adopten la estructura propuesta. Quisiéramos ahora terminar con una llamada de atención sobre algunas implicaciones que se derivan del hecho de entender el Diseño Curricular como un proyecto educativo abierto a un proceso de constante mejora, enriquecimiento y revisión.

 

En efecto, el Diseño Curricular es ante todo un proyecto de acción educativa y, en tanto que proyecto, su valor depende de que sirva realmente para guiar la acción pedagógica de los profesores, haciéndola más eficaz y ayudándoles a enfrentar adecuadamente las múltiples situaciones, siempre distintas entre sí, que encuentran en su quehacer profesional. Esta es la razón por la que, si bien es cierto que la generalización de un Diseño Curricular sólo debe hacerse tras un período previo de experimentación y de evaluación que demuestre su validez y eficacia, de hecho continúa estando siempre abierto a eventuales mejoras y enriquecimientos. En otros términos, el proceso de elaboración del Diseño Curricular es sólo una primera fase que debe complementarse con el proceso de desarrollo correspondiente.

 

Ahora bien, el desarrollo del Diseño Curricular no debe entenderse únicamente como un proceso acumulativo y/o correctivo, sino que puede llegar incluso a introducir modificaciones substanciales en el proyecto educativo inicial que vehicula. Es precisamente en este punto donde reside a nuestro entender la importancia de dotar a los Diseños Curriculares de los diferentes ciclos de la Enseñanza Obligatoria con una estructura interna relativamente homogénea que, además de asegurar su continuidad y coherencia, sea suficientemente flexible para integrar las aportaciones que surgen de su desarrollo.

 

Un Diseño Curricular válido, útil y eficaz es, por definición, un instrumento indefinidamente perfectible cuyo uso por los profesores no se limita nunca —o no debería limitarse— a una aplicación más o menos automática. Un buen Diseño Curricular no es el que ofrece a los profesores soluciones hechas, cerradas y definitivas, sino el que les proporciona elementos útiles para que puedan elaborar en cada caso las soluciones más adecuadas en función de las circunstancias particulares en las que tiene lugar su actividad profesional. Estimular la innovación y la creatividad pedagógicas ofreciendo un marco integrador y coherente es, sin lugar a dudas, la finalidad que debe perseguir todo Diseño Curricular.

 

En la medida en que un Diseño Curricular consiga implantarse y generalizarse, es decir, en la medida en que sea realmente utilizado por los profesores en su práctica diaria, el proceso de desarrollo y, por lo tanto, su mejora y enriquecimiento están asegurados. El desarrollo del Diseño Curricular está pues indisolublemente ligado a su implantación y generalización, aspectos que deben concertar en consecuencia el máximo de esfuerzos.

 

Las consideraciones precedentes abogan por un conjunto de actuaciones sin las cuales la reforma curricular, y con ella la reforma educativa de la que es un componente esencial, corre el peligro de convertirse en una reforma puramente burocrática, sobre el papel, sin trascendencia alguna para la práctica pedagógica y la mejora de la calidad de la enseñanza. Estas actuaciones deberían consistir, como mínimo, en lo siguiente:

 

— incluir las cuestiones curriculares, y más concretamente el análisis y la discusión de los Diseños Curriculares elaborados, en la formación inicial y permanente de los profesores;

 

potenciar la realización de experiencias que, utilizando como marco los Diseños Curriculares elaborados, muestren posibles usos diferenciales de los mismos (en función de las características y tipos de organización de las escuelas, de opciones concretas de metodologías didácticas, etc.) para elaborar proyectos pedagógicos de centro;

 

— promover la realización de experiencias e investigaciones que, utilizando como marco los Diseños Curriculares elaborados, tengan como finalidad elaborar y contrastar estrategias y procedimientos adecuados para el tratamiento de las Necesidades Educativas Especiales;

 

— promover investigaciones que, utilizando como marco los Diseños Curriculares elaborados, tengan como finalidad la confección de materiales didácticos y de instrumentos de intervención pedagógica (pautas de observación, instrumentos de seguimiento y de evaluación, etc.);

 

— facilitar la incorporación y la difusión de las aportaciones generadas por el desarrollo de los Diseños Curriculares, velando por su constante actualización y revisión.

 

En suma, se trata de poner los medios necesarios para que los Diseños Curriculares que se elaboren cumplan la función que les corresponde: contribuir a la formación inicial y al perfeccionamiento profesional de los profesores, estimular la renovación y la creatividad pedagógica y, en último extremo, coadyuvar a la mejora de la calidad de la enseñanza. La adopción de un modelo de Diseño Curricular relativamente homogéneo para toda la Enseñanza Obligatoria; la elaboración de los Diseños Curriculares correspondientes al Ciclo Superior de EGB, al Primer Ciclo de la Enseñanza Secundaria y a las Orientaciones y Programas de 0-6 años de acuerdo con este modelo; la revisión de las Orientaciones y Programas de Ciclo Inicial y Ciclo Medio de EGB, integrando la experiencia acumulada desde que fueron promulgados y reformulándolos en los términos del modelo; el desarrollo de estrategias y procedimientos para el tratamiento curricular de las Necesidades Educativas Especiales en el marco del Curriculum ordinario; todas estas actuaciones, ya iniciadas o a punto de iniciarse, constituyen indudablemente pasos decisivos en la dirección apuntada. Su culminación, sin embargo, exige las actuaciones complementarias que hemos señalado: no basta con disponer de Diseños Curriculares cuidadosamente elaborados, científicamente fundamentados y empíricamente contrastados; es necesario además impulsar su desarrollo, convertirlos en verdaderos instrumentos de trabajo y de indagación. Este es el verdadero reto de una auténtica reforma curricular.

 



* Tomado de Psicología y currículum, Cuadernos de Pedagogía, Paidós, México, 1997, pp. 134-163.

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